Nací en San Pedro Sula, la ciudad industrial de Honduras en la costa Norte. Cuando mi madre se quedó viuda, se tuvo que arreglar para mudarse a Ocotepeque, al occidente del país, ella sola con mis cinco hermanos y conmigo, que era muy pequeña.
Mi niñez fue la mejor a pesar de las limitaciones que teníamos, pero estudié hasta graduarme como perito mercantil y contador público en 1995. Siendo un poco más mayorcita, volví a San Pedro Sula, mi ciudad natal, para poder estudiar en la Universidad, en la cual conocí al que es hoy mi esposo. Con él forme una familia y por lo tanto tocó dejar la universidad por un tiempo ya que había que sacer adelante mi familia. Empecé a trabajar en empresas privadas, hasta que pude abrir mi propio negocio. Intenté seguir la universidad y lo hacía con mi hijo que se quedaba con mi esposo y algunas veces se iba a clase conmigo. Esta situación se me hizo muy dura, y decidir dejarlo todo y dedicarme de lleno a mi negocio.
La situación en mi país se puso muy difícil y se puso muy difícil poder obtener una vivienda. Toda esta situación nos llevó a tener que marcharnos de nuestro país en busca de una nueva oportunidad para poder tener una vivienda y una situación laboral estable para poder mantener a la familia. La hermana de mi marido vivía ya aquí en San Sebastián y por lo tanto nos mudamos con ella mi marido, mi hijo y yo. Día a día se hizo difícil al principio, ya que debíamos “luchar por superarnos”, siendo este el pan de cada día.
Podría decirse que ahora vivo bien, mi familia está bien y mi hijo se gradúa este año. Me siento feliz por ello. Gracias a estas cosas, poco a poco se va olvidando lo difícil que nos resulto al principio. Tengo trabajo ahora, pero aún no consigo aquel sueño que me hizo venir hasta aquí “MI CASA”. A Pesar de tener la nacionalidad española, aún me siento extranjera (inmigrante), y me gustaría no sentirme extranjera donde mis hijos se están criando, donde trabajamos mi marido y yo y donde vivimos día a día.
Sigo la rutina de todos los días, voy a trabajar, criamos a nuestros hijos, me animo a diferentes actividades, pero para poder conseguir y satisfacer nuestras necesidades lo primero que necesito es un trabajo que llene mis derechos como trabajadora, dar ese paso más para poder tener una satisfacción personal, volver a tener ese deseo de superación y ganas de alcanzar los sueños que tenía.
No se me ocurre la manera de motivar a las personas que “comienza de nuevo” un viaje, un reto, un momento de sus vidas… Quizás aún yo misma esté buscando mi propia motivación, y si… ¿ese alguien soy yo? Sinceramente creo que contando mi experiencia, mis vivencias, mi historia… pueda servirles a las personas para que vean que sí que se puede alcanzar aquello que se persigue, pero con duro trabajo y perseverancia.